El chorro de agua que cae sobre el cuerpo no solo limpia y refresca. También inspira, anima y ayuda a encontrar soluciones. Bendito momento.
Seguro que le ha pasado más de una vez. Lleva horas y horas agobiado dando vueltas a un asunto y una vez que lo deja aparcado por imposible y opta por darse una ducha, ¡eureka!, se le ocurre la solución casi de inmediato, como por arte de magia. Pues no, lo que le ha ocurrido no es producto de ningún juego malabar ni fruto de la influencia divina, sino el resultado de una serie de reacciones químicas que la ducha produce en su organismo. Las enumeramos.